Cronología de una insoportable

El título de una película nos inspira para reflexionar sobre la vida y la exposición mediática de esta mujer que este miércoles fue tapa de uno de los diarios más importantes del país.

Wanda Nara pasa -de repente- de la cobertura mediática de sus mensajes en Twitter a estar en cadena nacional en las señales de noticias: el público pasa en vilo un día entero esperando a ver si la dejan salir de Ezeiza o si se tiene que volver a su casa. Los colegas consiguen fotos -que ella misma les manda- para verla "en exclusiva" despatarrada en un sillón del Vip de un aeropuerto, y todos la imaginamos como a Tom Hanks en La Terminal, como una ciudadana de ninguna parte.

El mundo real es mas "real": Finalmente el ex marido aparece, le da permiso al abogado para que firme por él, y Wanda logra salir del aeropuerto envuelta en llanto (?) con su príncipe consorte llevando en brazos a los hijos de Maxi López. Todo queda reducido a la anécdota de una madre que no se dio cuenta que el pasaporte de su hijo estaba vencido, entretenida entre avisos de tapitas de gaseosas, vestido de novia, invitaciones y cholulismo del más puro.

Wanda Nara representa la fascinación popular por los villanos o los cultores en el morbo de la nada misma. Su última aparición artística se remite a un fugaz paso por el Bailando en el que una vez más demostró su escasisimo talento, poca gracia para el baile y lenguaje de balneario a la hora de las peleas ramplonas que supo protagonizar.

Su vida de "celebrity" (??) le permite ser tapa de revistas asegurando escándalos de gran circulación. La mayoría de la gente la critica, la castiga y la insulta, pero ahí están todos siguiendole los pasos. "La patrona del mal" no necesita ni picos de rating ni venta de entradas en un teatro -por suerte nos evita la tragedia de verla en un escenario-; con solo respirar y publicar un par de tweets le alcanza y sobra. Su inminente casamiento le asegura amplio destaque.

Aunque sabe que su vida "blanca" de señora rica lejana al escándalo se terminó junto a su matrimonio con López, poco le importa: ahora es la novia y futura esposa de un jugador de fútbol de menor categoría, casi puber, ex amigo de su ex marido al que traicionó quedandose con ella, que a su vez dejó al otro para hacer de la venganza un valor en sí mismo. 

Amante o no de Maradona en el pasado, virgen de cabotaje o protagonista de un video porno; esposa de un jugador con plata; excéntrica en autos importados o vestidores repletos de carteras; varada en un aeropuerto o proxima protagonista de una boda de princesa; Wanda Nara representa la cautivante contradicción de los malos que nos encanta venerar, consumir, estrujar, escurrir, criticar, envidiar (???) y finalmente patearles la cabeza cuando, tarde o temprano, alguien les corra el banquito y, ya en el suelo -como inevitable destino- podamos descartar.
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