Lo bueno de la tele: Sí, quiero!!! en Graduados

Con madurez, naturalidad y humor, el programa más visto de la tele contó por primera vez en la ficción nacional la historia de un matrimonio igualitario.

Rodrigo Lussich
Por Rodrigo Lussich
Anoche la tele, en medio de la ficción del programa más visto, también abrió más puertas, más cabezas y más posibilidades de crecer masivamente; demostrando que en medio de lo popular también puede aparecer un presente con otros colores.

Tele hipócrita, tele violenta, tele escandalosa, tele con más o menos recursos, tele basura, tele de show, de entretenimeinto y de mega producciones, tele chimentera, tele de realities: hay muchas teles en la tele y nada es blanco o negro, hablando de matices.

Graduados demostró anoche que en medio de una historia popular que ven millones de argentinos, donde la risa es el principal objetivo -y vaya si lo logra con un elenco de primera y una historia que atrapó- también hay lugar para estar al día con lo que pasa en un país.

En Los Roldán se jugó desde la comedia con una "historia de amor" de un travesti y un señor millonario casado (Uriarte y Laisa). Años después, en la convulsionada Argentina 2012, un matrimonio igualitario sucedió pro primera vez en una ficción: Guille (Juan Gil Navarro) se casó con Fernando (Ivo Cutzarida) en la trama de Graduados.

Todo fue pura ganancia: además de la naturalidad -y cero solemnidad- en el tratamiento del asunto, pudimos disfrutar la vuelta de grandes como Evangelina Salazar y Luis Brandoni. Y comieron perdices los "putitrolis" como les dice Pablo (Luciano Cáceres), que más allá de la típica gastada fue el padrino de la boda.

Lejos de las "mariquitas televisivas" de antaño, donde esos papeles estaban reservados a actores de reparto que hacían de la mariposa del barrio, sin el cliché ni el estereotipo pacato de otras épocas, lo que se contó anoche fue el final feliz de una historia de amor. Una entre tantas -todas iguales- que la paleta de colores de la trama muestra cada noche.

La ficción sigue siendo la puerta abierta para ir a jugar, para que nos cuenten un cuento, para que nos riamos o nos emocionemos genuinamente gracias a la verdad que los actores puedan poner al servicio de eso que nos cuentan. Graduados es un cuento bien contado y -valga el juego de palabras- si se trata de contar, suma.

En la tele también pasan estas cosas.
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