¿A dónde van los famosos sin Tinelli?

Con un 2013 empantanado en los mares de la incógnita, muchos de los "números fijos" del clásico Bailando de cada año, se resignan a no hacer tele o ir a la competencia para aparecer.

La interminable indefinición de Marcelo Tinelli acerca de su año laboral no sólo tiene en vilo a su productora Ideas del Sur. Sabido es que el conductor a través de Showmatch le ha dado trabajo a media farándula, gracias al heterodoxo formato 'Bailando por un sueño' y sus múltiples aristas mediáticas que han generado posibilidades para divos y divas, jurados, bailarines, aspirantes a famosos, soñadores, convocados en los más impensables rubros interesados en estar en esa pista sin su maestro de ceremonias.

Casi resignados a que este año no hay manera de volver, ya no esperan que suene el teléfono con el identificador de llamadas que diga "Producción Showmatch". Y en muchos casos están pensando en dar el sí a la que viene de Telefe. Se trata de Celebrity Splash, el reality del agua que está por empezar que tendrá a Pampita en el jurado y a famosos como Ximena Capristo, Jorge Ibañez, Georgina Barbarossa, Gladys Florimonte y más mediáticos en el ciclo.

Muchos recibieron llamados y prefirieron esperar, ver de qué se trata y después decidir si se tiran o no a la pileta. "El agua es muy ingrata", dijo alguien en televisión, y el Aquadance de Marcelo lo demostró. Cómo olvidar el trasero de Graciela Alfano en una especie de zoom acuático cuando se tiró en la palangana de Tinelli, o el bisoñé de Moria que quedara flotando en aquellos mares televisivos ante la vista de un país.

El maquillaje se corre y todo se nota como con lupa, y aparte no hay manera de zafar como con el baile haciendo que te levanten en los trucos sin pisar la pista ante una pata muy dura. Pero ante un año con la persiana baja de la gran vidriera popular, algo hay que hacer.

"¿Qué va a hacer Tinelli al final?", nos preguntan famosos y pseudo idem, representantes, managers, prenseros y prensados, todos ante la incógnita de un anuncio que cambie el viento desfavorable del año.

El Bailando ha sido durante los últimos siete años mucho más que un concurso de baile: ha hecho famosa a gente que en su vida creyó que lo sería, hizo que la Mole Moli entrata en autobomba a su pueblo natal cordobés o que alguien creyera que Charlotte Caniggia era capaz de algo positivo aparte de comprar carteras. Eso sin contar la posibilidad del rebote en otros programas, notas, eventos, actos de presencia y eventuales contratos de temporada que muchos lograban por el solo hecho de estar "ahí" donde todo pasaba.

Más de uno se quedó mirando pasar de largo el cuarto de hora el año pasado cuando de repente "el éxito" del programa de Tinelli era algo llamado "Maratón de tacos y pelucas" o "La maratón gay" con un conductor vestido de melena rubia y Navarrete saltando entre cubiertas de camión. Entre ellos Antonio Gasalla que esperaba detrás del decorado vestido de personaje como la gran contratación del año, a punto de convertirse en Walt Disney congelado entre monitores modernos.

Tan entusiasmada que estaba Alfano de volver al jurado, que hasta Pachano estaba listo para perdonarla. ¿Nadarán en Telefe o se perderán en las aguas del silencio mediático? Moria y Carmen van con su exitoso Escandalosas a la calle Corrientes; Polino sigue con sus ciclos de radio y televisión; Flavio Mendoza va por más suceso en Stravaganza.

Pero el Bailando sigue siendo el codiciado espejismo televisivo en el que todos quieren volver a reflejarse. Para eso quizás deban esperar un año más.


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