"Nuestras mujeres": Francella, Puig y Marrale explotan la regla de tres simple

La comedia francesa adaptada a nuestra escena porteña pone en su mejor forma a los prestigiosos actores.

Por Rodrigo Lussich y Adrián Pallares

 

Lo mejor de "Nuestras mujeres" son sus maridos. Los tres, que las padecen y las cuestionan, ponen foco en ellas pero son los protagonistas. Jamás las veremos pero las pintan de una manera que hará que parezca que estuvieran allí.

 

La comedia francesa adaptada a nuestra escena porteña pone en su mejor forma a Guillermo Francella, Jorge Marrale y Arturo Puig. Este último, aunque menos en el escenario, es quien desata el conflicto principal en uno de los tantos momentos desopilantes que tiene la obra.

 

También habrá de los otros, más profundos, donde se pondrán en jaque los valores, el culto a la amistad, y saber -o intentarlo- hasta dónde se está dispuesto a llegar por ayudar a un amigo. Decirle en la cara todo lo que uno piensa, y aceptar las consecuencias.

 

Javier Daulte es especialista en dirigir elencos masculinos -su punto máximo fue "Baraka"- y aquí su mano es fundamental, tanto en la puesta como en la marcación de los actores. Los tres saben sus "fuertes" y bien podrían cebarse cuando el público los festeja -lo hace todo el tiempo- pero el director supo medirlos y sacar lo mejor de ellos.

 

Guillermo Francella junta aquí la sumatoria de sus aciertos. Por un lado aparecen los guiños, gestos, tonos y formas de su característico y popular estilo de comicidad, manejo del ritmo de la comedia y los gags; y aparte tiene oportunidad de ir por el espesor y la profundidad de los personajes dramáticos que viene haciendo en cine.

 

 

 

Jorge Marrale tiene el mejor monólogo de la obra y lo aprovecha cuando de repente su medido rol se expande y saca todo afuera, para volver después a aquella economía de recursos del inicio de la obra, pero sin el peso de lo que reprimía. Es un gran actor.

 

Arturo Puig carga con un personaje envuelto en una pesadilla personal, detonante en la trama y que lo tiene todo el tiempo al borde del abismo. Sin dejar, por eso, de protagonizar momentos de enorme comicidad, en esto del absurdo de reírnos de la desgracia ajena. Responde con creces a una gran exigencia actoral.

 

Más allá de las individualidades, lo mejor de la obra son los tres juntos, sumados y potenciados en el trabajo de las relaciones y los conflictos que el texto les propone. Esta producción compartida de Gustavo Yankelevich y Pablo Kompel tiene una gran escenografía de Jorge Ferrari, moderna y amplia, ideal para el desplazamiento y la dimensionalidad del espacio.

 

Y lo mejor de "Nuestras mujeres" es que se trata de una obra muy efectiva, que le da al espectador eso que quiere ver y también lo que le quiere proponer.

 

En general cuando una obra gusta mucho, en el segundo saludo de los actores la gente se pone de pie. Aquí el público salta como resorte apenas los tres salen a saludar. Ahí está la muestra de la feliz conexión entre el momento en que el espectador compró la entrada y salió del teatro. No siempre se sale con la expectativa satisfecha al valor de la entrada que se pagó. Aquí sucede.

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