La idea de pasar de lo individual a lo colectivo atraviesa el discurso de Julieta Ortega en el 8M, Día Internacional de la Mujer. La actriz pronuncia las palabras protección, cuerpo, lucha, ayuda. Y también dice lo peor: violencia misógina, homofóbica y transfóbica. Una muerte cada dos días. Una niña y no una madre. Por todo eso y por la conquista de más derechos, marchará nuevamente junto al Colectivo de Actrices Argentinas.
"Estamos descubriéndonos de a poco. El tema es pensar qué clase de mujeres queremos ser. Eso de forma individual primero, y de forma colectiva después", asegura en diálogo con minutouno.com.
¿Sentís que hay mucha presión sobre el Colectivo de Actrices?
- Sí, claro que hay mucha presión y se entiende, porque somos caras muy visibles y lo que usamos a nuestro favor por momentos también se nos vuelve en contra. Nosotras no somos el Estado. No tenemos los fondos para hacer más de lo que hacemos.
-¿Por qué creés que se da esta crítica o pedido?
- No sé qué fantasía tiene la gente pero no recibimos plata de ningún partido político. Hacemos lo que podemos con lo que tenemos y estamos contentas con los logros hasta aquí. Muchas tenemos otros trabajos, hijos... El laburo que se hizo el año pasado fue tremendo. Y seguiremos luchando hasta que la ley de aborto seguro, legal y gratuito salga.
-¿Cuáles son los reclamos de este 8M?
- Paramos para pedir por el aborto, pero además para que termine la violencia misógina, homofóbica y transfóbica. Para que una niña sea niña y no madre, por la educación sexual integral y laica en las escuelas, por el derecho a hablar y porque en nuestro país muere una mujer cada dos días víctima de la violencia machista.
-¿Siempre sentiste que tenías cierta responsabilidad por ser artista?
- Siempre fui consciente de la llegada que teníamos las personas públicas a la gente y de cómo eso se podía aprovechar para visibilizar algunas cuestiones que me parecían importantes.
-¿Cómo funciona la dinámica de Actrices?
-Tenemos una asamblea sábado por medio y es un aprendizaje tremendo sentarse a escuchar, formar parte de una comisión de trabajo. Nosotras nos juntamos, debatimos, escuchamos a la otra... La horizontalidad de todo eso es maravillosa para mí. Y los errores que podamos cometer también forman parte del asunto. Somos una colectiva joven. Nos juntamos el año pasado para luchar por la ley del aborto legal, seguro y gratuito. Y a partir de ahí vino todo lo demás. Estamos descubriéndonos de a poco. El tema es qué clase de mujeres queremos ser. Eso de forma individual primero y de forma colectiva después. Yo me fui construyendo con el tiempo. Es hermoso formar parte de un movimiento como éste.
- ¿Cómo se gestó lo de Thelma Fardin, que pasó de ser un caso individual a una acción colectiva?
-Thelma se acercó a una asamblea y vino con un camino ya recorrido. Contó cuál era su situación y no quería exponerse a los medios, mucho menos antes de hacer la denuncia donde correspondía, en Nicaragua. A partir de ahí es que pensamos en cómo protegerla a su vuelta de lo que sabíamos iba a ser un acoso mediático difícil de soportar para una sola persona. La idea era acompañarla, abrazarla. Pero ella hizo el trabajo previo.
-Luego llegó la convocatoria al teatro para visibilizar la denuncia.
-Claro. Sólo tuvimos que poner el cuerpo al final. Era una forma de bancar la que venga todas juntas. No creo que vuelva a pasar algo igual con otro caso.
-¿Cómo se manejan cuando llegan otros casos?
-Lo que se intenta hacer ahora es derivarlas con alguien de la colectiva que las puede ayudar. La mayoría son denuncias de chicas que no tienen llegada a los medios y de cuyos casos no se hace eco nadie. Esos son los casos que más ayuda requieren porque no salen en los diarios.