Un actor de "El Marginal 3": "En los trabajos me querían pagar poco porque era de la villa"

Sebastián Marcelo “El Flaco” Chávez, actor que interpreta a “Fiorito” en la tercera temporada de El Marginal y además es cantante de trap, tiene una difícil historia de vida. A los 11 años, vino de Misiones con su familia a vivir a la Villa Zavaleta. En diálogo con Debate abierto por C5N, contó fuertísimos detalles de lo que significa vivir en una villa.

Apenas llegamos tuve que empezar a trabajar por problemas económicos en mi casa. Todos mis hermanos laburamos de chico. Mi primer trabajo fue en una metalera, recolectábamos cosas, como un cartonero. Después me instalé ahí. Mientras iba a la escuela. Pero elegí el trabajo porque es lo que necesitaba”, inició.

Consultado por Pablo Duggan sobre las “tentaciones” del barrio, “El Flaco” Aseguró: “Tuve problemas, por necesidad, por tristeza. Drogas, afano también. Es difícil no caer en eso por la realidad con la que te topás. Te ahoga estar ahí. Solo lo puede explicar alguien que es de ahí. La sociedad no te ayuda. El gobierno no te ayuda”.

La sociedad te mira mal. Yo nunca tuve vergüenza de ser de donde soy. La música me permitió comunicarme con personas de otra clase social. Nunca me sentí menos, aunque me miren raro y me quieran discriminar”, agregó.

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El cantante apuntó contra la clase política: “Los políticos le deben mucho al pueblo más bajo, a la gente pobre. Es injusto que yo tenga que dormir en el piso y otro tenga una cama. Esa justicia la tengo bien marcada. ¿Por qué no puedo dormir en una cama? ¿Por qué mi casa no está revocada?”

Chávez realizó fuertes declaraciones sobre la mirada del otro: “En los trabajos me querían pagar poco porque era de la villa. Renunciaba. Tuve muchos trabajos. Siempre tuve en la cabeza de no dejar que me estén negreando, a que me paguen 20 pesos”.

“Me daba miedo la reacción de la gente por mi forma de hablar, que a muchos no les gusta. Me dicen que me como las ‘S’”, detalló sobre este tema.

Su reflexión final también fue muy dura: “En el barrio los pibes van con hambre a la escuela. En los trabajos te quieren negrear. Creces con un odio al otro que es difícil salir de eso: ‘¿por qué vos tenés eso que yo no tengo?¿Por qué yo estoy acá y vos estás ahí’’ No es envidia. Es pensar por qué vos tenés que pasar por tantas cosas y el otro puede estar tranquilo. Eso te lleva a que no te importe el otro. Y ese pibe no le podés explicar nada, porque no te va a escuchar”.

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